En Noviembre de 2017, tres amigos emprendimos un viaje a la región francesa de Normandía.
El objetivo: visitar todo ese patrimonio militar y museístico diseminado por las costas donde, setenta y tres años antes, tuvo lugar el desembarco que precipitó el final de la Segunda Guerra Mundial. Un coche alquilado, un hotel de medio pelo, algunos restaurantes de cocina local y otros tantos de comida rápida; estos fueron los refugios.
El viaje tuvo lugar a finales de noviembre; la temporada había terminado, el otoño vivía su apogeo triste y no se veía un alma por las calles. Pero si se trataba de desentrañar aquel episodio histórico estas venían a ser, sin lugar a dudas, las premisas ideales. Entre medias, algunos personajes variopintos, almuerzos y conversaciones, paseos entre la neblina y miradas reflexivas a la línea del mar.
Este libro surge involuntariamente. No hay premeditación. Las tres visiones no pueden ser más dispares: desde la crónica periodística hasta el impresionismo poético, pasando por la ficción paranormal. Los textos, leídos en su conjunto, arrojan una nítida visión sobre lo que aquel viaje fue. Y sobre lo que puede ofrecer Normandía fuera de temporada. Y sobre el otoño. Y puede también que sobre el Desembarco y su terrible y sanguinario peaje humano.
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